Regresan a sus territorios la mayoría de campesinos afectados directamente por el Megaproyecto Hidroeléctrico Ituango.
Después de dormir durante siete meses en un suelo improductivo y bajo un techo a medias, muchos podrían pensar que ya hay soluciones concretas para los campesinos desplazados por el Megaproyecto y las consecuencias que llegan con su construcción.
El
problema es que en este país, en este continente históricamente
saqueado por multinacionales con colaboración de los gobiernos, las
soluciones concretas para la mayoría de población vulnerable no
existen.
Es
de admirar la resistencia y lucha que han emprendido quienes viven
del Río. Las más de 30 desgastantes reuniones que se adelantaron
con la Administración Departamental y EPM donde no se dio ningún
tipo de solución; la constante autogestión para poder alimentar a
niños, adultos, ancianos y enfermos; las movilizaciones en diversos
lugares del país; el poco interés por parte de los medios masivos
de comunicación que funcionan bajo las lógicas del mercado y de los
intereses privados; la falta de voluntad de la administración
universitaria para generar mejores espacios y un ambiente más
habitable, no han sido impedimento para continuar reclamando lo que
por derecho es suyo.
320
campesinos retornan a sus lugares de origen con las mismas
reivindicaciones que llegaron a Medellín, y a pesar de considerar
que no fue una pérdida de tiempo su estadía en la ciudad, el
agotamiento, el rechazo por una parte de la sociedad, la falta de
voluntad de dialogo que reflejan las instituciones a las que se les
exigen soluciones y el distanciamiento con su hogar (el Río Cauca),
los lleva a una tierra que, a pesar de ser fértil y de haberles
brindado el sustento durante décadas, hoy les da la incertidumbre
que trajo consigo EPM (Empresas Públicas de Medellín) y la mano
armada legal e ilegal del Estado.
No
existen ningún tipo de garantías en cuestión de Derechos Humanos,
condiciones sociales e impactos ambientales. Económicamente, se les
aseguran las mismas precarias condiciones; un río que aún fluye
pero en el que cada día es más dificultoso barequear y pescar, ya
sea por el agudo conflicto que se vive en la región o porque el
Megaproyecto sigue en construcción y los desplaza de las playas.
Hay
un tema en el que la Gobernación de Antioquia sí se sentó y
negoció con los campesinos alojados en el antiguo coliseo, el
retorno. Llegaron a un acuerdo que, obviamente, agudizará la
situación precaria de los campesinos, ya que solo les dará el
transporte a los municipios de origen, mercado y albergue durante 3
meses.
La
única entidad territorial que acudió al llamado de los protestantes
(después de muchos llamados) fue la Defensoría del Pueblo, que se
comprometió a hacer un análisis de los casos de cada familia de las
comunidades afectadas, pero, este proceso no tiene un tiempo límite
estipulado. Esperamos que éste no sea como muchos otros casos que
llevan las entidades estatales, en los que se demoran muchos años en
dar respuesta a asuntos de primera necesidad o, simplemente, son
archivados cuando el tema deja de generar opinión pública o cuando
las voces de protesta pierden su algidez.
A
través de los años, la región y sus pobladores han sido azotados
por el conflicto armado que se vive en nuestro país. Esta situación
ha sido el chivo expiatorio al que ha acudido el gobierno para no
cumplir con sus funciones de garantizar una vida digna a los
campesinos y para negarse a darles la posición de desplazados, ya
que, éste se niega admitir que al hacer parte de este conflicto y
construir un proyecto de este tipo en una región como esta, también
influye en el desplazamiento forzado de la población. Los campesinos
son desplazados por el Megaproyecto y éste está siendo utilizado
como un arma de guerra.
A
pesar de las denuncias que se han establecido por parte de los
campesinos, el ejército se niega a aceptar que ha hecho amenazas en
contra del movimiento e incluso en contra de personas en específico.
A todas las dinámicas de represión se suma ésta, los acusan de
mentirosos.
Es
necesario aclarar que hay algunos campesinos que se quedan en el
Coliseo, no porque ellos quieran; 35 permanecerán allí porque son
víctimas del conflicto armado, 12 por cuestiones de salud y 15
porque han sido amenazados.
Que
dejen la ciudad no quiere decir que abandonan la lucha, a pesar de
todos los embates en su contra, el movimiento es consciente de la
necesidad de unidad con otros sectores sociales que se encuentran en
situaciones similares, por ejemplo, el movimiento indígena y que el
problema es de estructura de la sociedad, la lucha no es solamente
por la detención de una represa, es por la dignidad de todo un país
que se levanta y se organiza.
Esperemos
que las movilizaciones que se llevarán a cabo a finales de enero y
principios de febrero de 2014 rindan sus frutos y que el río sea el
dínamo de una región que merece, al cabo de tanto dolor, que le sea
reconocido y cumplido los derechos al trabajo, a la educación y a la
vivienda digna.
Colectivo Desde el 12
Comunicación Independiente
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