Por un periodismo de la Resistencia
Camila
Botero Cardozo
cboterocardozo@gmail.com
“[…]
de manera que como parece que no tengo remedio y estoy
definitivamente perdido para la fructuosa neutralidad, lo más
probable es que siga escribiendo cuentos no neutrales y poemas y
ensayos y canciones y novelas no neutrales, pero advierto que será
así aunque no traten de torturas y cárceles u otros tópicos que al
parecer resultan insoportables a los neutros será así aunque traten
de mariposas y nubes y duendes y pescaditos”.
Mario
Benedetti.
Me
niego rotundamente a ser neutral, me considero entonces -y como diría
Benedetti-, un caso perdido. Más, mucho más caso perdido para el
oficio que he decidido desempeñar en mi vida.
Lo
que me han enseñado en la academia es a contrastar fuentes, buscar
siempre un equilibrio en las noticias, crónicas y reportajes de los
que se vale esta profesión para cumplir con su función de
información y formación de audiencias. Sin embargo y con todas
escaramuzas que pueda generar en este tema, me declaro en contra de
esta posición. Creo en cambio que al reforzar el discurso de los
medios masivos de comunicación y al continuar “contrastando
fuentes” y “dándole equilibrio” a las noticias simplemente
sigo perpetuando “la verdad” que nos quieren imponer y generando
opinión en favor de los que dominan la sociedad.
En
su discurso de recibimiento del premio Nobel de literatura, el
escritor y periodista Albert Camus afirmó al hablar del papel del
escritor que: “[…] por definición no puede ponerse al servicio
de quienes hacen la historia, sino al servicio de quienes la sufren”.
Pues bien, si lo trasladamos al periodismo, puede leerse de una
manera similar, estar del lado de los que sufren, padecen y sobre
todo quienes construyen la historia.

Es
entonces el momento de reiterar la idea de que ponerse de un lado no
es hacer mal periodismo, o informar mal, porque incluso se podría
pensar en hablar con fuentes oficiales o institucionales para, en
muchísimos casos desmentir lo que dicen con la constatación de la
realidad y la voz de los que verdaderamente sufren tal o cual
problema.
Cito
de nuevo a Camus, quien creía en un periodismo crítco, comprometido
con su acontecer histórico,“¿Qué queríamos? Una prensa clara y
viril, con un lenguaje respetable. Para hombres que durante años, al
escribir un artículo, sabían que podían pagar ese artículo con la
cárcel y la muerte, era evidente que las palabras tenían su valor y
que debían estar muy pensadas. Es esa responsabilidad del periodista
ante el público lo que querían restablecer”. No creo que estos
artículos estuvieran del lado de los que tenían los medios masivos
del país o de los que controlaban Francia para esa época. No, estos
eran periodistas de la resistencia, los que realmente elegían el
lado de las mayorías.
Periodismo
que resiste los embates de los medios masivos que contratan a
profesionales para cargar ladrillos y para que se ponga solo lo que
les conviene, periodismo que resiste las amenazas, sobornos y
asesinatos, periodismo resistente pero abierto a las críticas,
estructuradas y argumentadas.
Pienso
entonces que escogí un buen oficio, o profesión, o como lo quiera
llamar, que me permite siempre estar del lado de los que hacen la
historia, como diría un cantante “los hombres sin historia que son
la historia”.
“Reproduzca esta información, hágala circular por los medios a su alcance: a mano, a máquina, a mimeógrafo, oralmente. Mande copias a sus amigos: nueve de cada diez las estarán esperando. Millones quieren ser informados. El terror se basa en la incomunicación. Rompa el aislamiento. Vuelva a sentir la satisfacción moral
de un acto de libertad. Derrote el terror. Haga circular esta información”.
Rodolfo Walsh
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