La Universidad, plaza
pública
Juan Raúl Muñoz Tejada
juandramunoz@gmail.com
Fotografía: K-milo Ríos |
Gran parte de este texto se basa en el libro de Edgar Varela Barrios, Desafíos del interés público: Identidades y diferencias entre lo público y lo privado.
Cuando se habla de la
Universidad de Antioquia (UdeA), nos referimos a “una institución estatal del orden
departamental, que desarrolla el servicio público de la Educación Superior”[1].
Al tratarse de un espacio público,
supuestamente es un lugar en que todos los ciudadanos pueden confluir.
El Alma Mater, poco a poco
ha sido convertida en un espacio semi-publico en el cual no todos tienen la
oportunidad de ingresar, y antes de hacer referencia “simplemente” al ingreso
al campus, se debe abordar la oportunidad que tiene cualquier persona de
matricularse en un pregrado, posgrado, curso, etc., ya que esto también toca el
tema de lo público y el derecho a la educación pública.
Edgar Varela Barrios define
como una utopía que la totalidad de los bachilleres ingresen a un
establecimiento público de educación superior, y dice que la validez del
derecho igualitario al acceso se encuentra “en los exámenes de Estado
realizados sobre la base de condiciones equilibradas que midan aptitudes y conocimiento. La igualdad, en realidad, es
siempre relativa”[2].
Este planteamiento tal vez
aplique en algunos casos, pero en temas tan importantes como la educación,
sería grave quedarse en el conformismo,
y aún más, si se comparan algunos ejemplos superficiales hechos por Varela como
el limitado acceso al ballet por restricciones físicas.
Lo ideal sería, como dicen
muchos estudiantes, que la educación no fuera un privilegio para pocos y en
realidad fuera un servicio público (articulo 67); por lo menos así se encuentra
plasmado en la Constitución Política de Colombia (1991). Pero la falta de
infraestructura y la posible disminución de calidad educativa, lleva a los filtros para el acceso.
Ahora bien, si el enfoque va
a algo que para muchos podría ser superfluo como el ingreso de cualquier
persona a la Universidad para actividades académicas (ingreso a la biblioteca),
para actividades deportivas y lúdicas en más de diez espacios destinados y grandes
zonas verdes; se encontrarían inconvenientes con la idea de espacio público.
Recogiendo varias tesis
que Varela plantea, lo público es “lo
permitido al acceso de la comunidad”[3],
tomado como un bien común, como un escenario de representación y de exigencia
de derechos. “Un lugar de múltiples encuentros, de sociabilidades”[4].
Pero el problema radica en
que el restringido ingreso de la comunidad convierte al campus en un espacio semi-publico,
o ¿semi-privado?, en fin, en algo que no es tan público. Cuando hablo de
restringido, me refiero al implemento de torniquetes en la portería metro, y
todas las cascaras que se le ponen para
ingresar a una persona que no está matriculada o no tiene algún vínculo con la
institución.
¡Pero si todos tenemos un
vínculo con el espacio público!
La plaza no fue, sino que es el lugar por excelencia que constituye el
ámbito de lo público, por lo menos en la UdeA, donde se tiene la Plazoleta
Fernando Barrientos, el Teatro al aire libre (TAL), el Teatro Popular Comandante Camilo
Torres Restrepo, el futuro coliseo y 29 bloques que
pueden cumplir la función de plaza. En la mayoría de estos sitios nace el
debate político, la discusión, se desarrollan las asambleas generales de estudiantes
y por facultades, los eventos culturales, y también ocurren las revoluciones
que plantea Varela. Recordemos que el proyecto de reforma a la Ley 30, se
detuvo y se hará en conjunto, en parte gracias a estos lugares, a las
actividades desarrolladas y planeadas por
quienes sentimos como publica la Academia.
Sí, la sentimos, o más bien tomamos muy literal
el término “universidad pública”
Pero
cuando “la teoría política no se limita a describir una realidad sino que pretende ofrecer
alternativas de mejorabilidad (es decir, estatuir un deber ser) (…)”[5],
es cuando la represión del gobierno aparece. Hasta las evacuaciones físicas,
son monitoreadas (recordemos también las pequeñas cámaras instaladas en los
baños de algunas facultades y encontradas en el 2011).
La privatización de espacios también se muestra en puntos estratégicos
del campus, donde cada día se emplean mas cámaras, que desde los lugares más
altos pretenden homogeneizar a la comunidad, provocando una autocensura y
borrando cualquier rastro de oposición a partir del miedo, el miedo a
desaparecer porque tengo otros lineamientos y lo hago público entre compañeros,
amigos, etc., el miedo a desaparecer porque hay policías y paramilitares
encubiertos, porque me siento observado por el ojo que todo lo ve.
Por otra parte, muchos plantean que las ventas informales al interior de
la UdeA son otro factor de privatización, ya que los vendedores, se apoderan de
las mesas que son destinadas para debatir, estudiar, etc., pero esto parece un
problema más de fondo, el Bienestar Estudiantil (que pretende fomentar el
gobernador de Antioquia, no sé cómo) no tiene la suficiente capacidad para
cubrir con sus apoyos a todos los
estudiantes que les hace falta un pasaje, una comida o dinero para un arriendo.
Así que esto es un problema de privatización generado por la administración, más que por los mismos
estudiantes con sus ventas “ilegales”, como se refiere Sergio Fajardo.
Tal vez el problema es que la Constitución Política de Colombia, donde
muchos se apoyan a veces para reclamar su derecho a la educación, al espacio público,
a la libertad de pensamiento, al libre desarrollo de la personalidad, etc., es
una constitución con una visión teleológica, se basa en un proceso que
supuestamente cada vez funcionará mejor.
Entonces por eso los artículos 16, 20, 67 y 82 casi nunca se cumplen,
porque la carta Magna aún no funciona mucho. ¿Cuántos años debemos esperar para
que nos dejen hacer buen uso de lo público?
Parece que todavía se está
en la Edad Media y que para poder tener una preparación intelectual libre en la
Universidad, se deben cumplir los modelos deseados por el gobierno de turno.
Esta vez no convirtiéndose en clérigo,
pero si en vocero de la administración, sin generar opinión pública y sin hacer
un uso adecuado de los espacios de la Universidad de Antioquia.
[1]http://www.udea.edu.co/portal/page/portal/portal/a.InformacionInstitucional/a.QuienesSomos/A.naturalezaJuridicaDomicilio
[2]
VARELA Barrios, Edgar. Desafíos del interés público: Identidad y diferencias
entre lo público y lo privado. Cali: Universidad del Valle, 2008. 232pp.
[3]
Ibíd. 188pp.
[4]
Ibíd. 214pp.
[5]
Ibíd. 219pp.
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