jueves, 5 de enero de 2012

¡A PUNTA DE "JUETE"!


¡A punta de “Juete”!

Por: Stiven Loaiza
Colectivo Desde el 12
Comunicación Audiovisual y Multimedial.
Universidad de Antioquia.



Muchos suelen acusar a Marx por reducir la vida a las relaciones de producción y, en general, al monstruo llamado capitalismo. Más bien acusaría a sus lectores, pues dogmatizan un pensamiento que, de por sí, se descarta a sí mismo, pues puntualiza en la dialéctica, en el cambio constante, en la historia y directamente en la interpretación de la realidad objetiva por la cual se pasa, para sacar unas ideas a partir de ellas y no de una teoría vieja y desgastada.

Sin embargo y a pesar de todo el tiempo transcurrido desde que Marx expuso la vida desde las formas de explotación y la teoría sobre la producción, las situaciones de hoy, si bien son muy diferentes, guardan cierta relación, pues aún el capitalismo existe, en mil formas, en mil colores, pero sus bases siguen siendo igual o peor de degradantes para la humanidad.

En ese sentido, no es mi intención echarle la culpa de todo al capitalismo, pero lastimosamente, los estudios científicos de la sociedad revelan que el sistema económico determina en gran medida la actitud y las formas de relación entre las personas.

Bien sabemos que el capitalismo, esa insaciable necesidad de dinero y poder de unos pocos a costa de lo que sea, es de por sí violenta, pues revienta cualquier ideal humanista y degrada cualquier valor en pro de la dignidad y la libertad colectiva y emancipadora. Así pues, observamos que a través de la ideología y la propaganda, lo único que el sistema nos vende es la necesidad de explotar o ser explotados, lo cual genera marginación y depravaciones sociales, que en últimas se concretan en violencia de todo tipo.

Las sociedades regidas por esta economía desarrollan un alto nivel de conflictos: prostitución, pobreza, hambre, guerra, muerte, envidia, avaricia, falsedad, etc. Una serie de particularidades que desbordan y desfiguran la ética humanista, en donde uno claramente podría afirmar que “la ocasión hace al ladrón”, o si no, preguntémonos, ¿quien tendría que robar si no existiera el hambre o las necesidades de consumo infundadas por el comercio capitalista? o ¿qué mujer tendría que dar hasta su dignidad y vender su cuerpo para subsistir ante un sistema absorbente, si las relaciones  y los recursos fueran más equitativos? o ¿qué persona tendría que matar a otra por dinero, si la sociedad no se fundamentara en éste, sino en valores como el amor? Sí, puede que estas preguntas suenen soñadoras, pero en las posibilidades del humano, un desarrollo de este tipo es posible y se debe partir de las transformaciones individuales y colectivas en pro de los ideales humanistas.

Ahora, toda esta carga, producto de unos ideales miserables de poder, recae sobre todos. Las personas al parecer han olvidado los sentimientos, ahora se actúa bajo lógicas de violencia, dando como consecuencia que se genera un imaginario colectivo, de que las cosas no tienen solución si no es a “juete”, siempre intentando suprimir lo contrario, pocas veces se busca el dialogo como solución a los problemas, desaparecer y destruir a toda costa es el legado de esta economía, que desde un principio advierte, que con tal de conseguir el poder y la riqueza, puede hacer hasta lo más vil y deshonesto.

“No solo en nuestras manos está el cambio, sino también en nuestras mentes”



“Reproduzca esta información, hágala circular por los medios a su alcance: a mano, a máquina, a mimeógrafo, oralmente. Mande copias a sus amigos: nueve de cada diez las estarán esperando. Millones quieren ser informados. El terror se basa en la incomunicación. Rompa el aislamiento. Vuelva a sentir la satisfacción moral de un acto de libertad. Derrote el terror. Haga circular esta información”.
Rodolfo Walsh



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