jueves, 3 de noviembre de 2011

¿SOBRE QUÉ SE BASAN LAS PROTESTAS ESTUDIANTILES?





Señor(a) ciudadano(a):

¿Sabe en qué consisten las protestas estudiantiles de los últimos días? ¿Considera usted que las marchas y los pronunciamientos de los estudiantes son injustificados? ¿Sabe usted qué es la reforma a la Ley 30 de 1992?

Las siguientes líneas tratarán de explicar de forma sencilla la propuesta del Ministerio de Educación para reformar la Ley 30 de 1992, exponer el contexto en el que surge y decir por qué no solo los estudiantes, sino toda la ciudadanía deben decir NO A LA REFORMA.

Antes de hablar de la reforma es preciso explicar bajo qué contexto se presenta. En Colombia y el mundo se ha propagado en las últimas décadas un fenómeno económico llamado "neoliberalismo", que es una versión perversa de principios básicos del liberalismo como la propiedad privada y el libre comercio.

En otros tiempos, el poder político de Europa era ostentado por la realeza y los comerciantes de la época sólo se podían limitar a las pequeñas ganancias que sus negocios les pudieran brindar; estos, cansados de que siempre fuera la corona quien tuviera el poder sobre las riquezas, las tierras, los alimentos y toda la economía en general, decidieron rebelarse para imponer un nuevo estado de cosas basado en la democracia y no en una monarquía. Fue de esta manera como surgió en el siglo XVIII la Revolución Francesa. Gracias a esta revolución se implementó un nuevo orden político y fue así como surgió el Estado Moderno. De esta manera, el libre comercio se mostró como el mecanismo que regularía las relaciones entre los pequeños comerciantes: el panadero, el carnicero, el zapatero intercambiarían sus bienes, y una “mano invisible” sería la encargada de regular la economía a fin de que todos tuvieran un mismo estatus social. A todo este proceso fue a lo que se le denominó "liberalismo".

No obstante, la “mano invisible” nunca existió, y unos negocios resultaron ser más lucrativos que otros, de tal suerte que se creó una brecha entre ricos y pobres que día a día se pronuncia más y más.

El neoliberalismo es, pues, la misma ideología del liberalismo pero llevada al extremo, a tal punto de poner los derechos comerciales por encima de los derechos civiles. Es decir, para el neoliberalismo es más importante que su negocio sea rentable a que toda una población se quede sin salud o sin educación. En la etapa neoliberal, el logro de los primeros comerciantes liberales de la Revolución Francesa es replanteado: ya no se habla de una economía al servicio del Estado sino de un Estado al servicio de la economía.

Cada vez más, a los países del Primer Mundo les interesa crecer más económicamente al costo que sea. Por este motivo lo que antes era un derecho se convierte ahora en un servicio. La diferencia entre derecho y servicio es clara: no es lo mismo hablar de un paciente o de un estudiante que hablar de un cliente. El cliente paga por un servicio que espera; un paciente o un estudiante, en cambio, reciben una salud o una educación a la cual tienen derecho por ser parte de un Estado y por pagarle impuestos al mismo.

La educación no puede ser un negocio, la educación es un derecho. Lo que el proyecto de reforma a la Ley 30 del Ministerio de Educación propone es que las universidades públicas crezcan en cobertura un 40%, pero sólo pretenden aumentar la financiación en un 14%; es decir, la educación pública crecería en cobertura y decaería enormemente en calidad. Para que haya un incremento real en la calidad de la educación pública conforme al incremento de cobertura propuesto del 40% sería necesario que los dineros destinados a las universidades públicas crecieran también en la misma cifra. Con un crecimiento del 14% sería imposible mantener funcionando laboratorios, salas de cómputo, bibliotecas, zonas comunes de las universidades, hacer nuevos bloques para acomodar a la cantidad de alumnos que llegarían y contratar profesores de planta, y habría que seguir llenando las universidades de profesores de cátedra (sólo en la Universidad de Antioquia el 73% de los profesores son de cátedra; es decir, profesores que ganan alrededor de $12.000 la hora sin ningún tipo de prestación social).

Ante este evidente déficit, el Gobierno propone que sean las empresas privadas las que aporten dineros a las universidades Públicas; pero esto, más que ser una solución al conflicto es un problema aún mayor. Recordemos el espíritu neoliberal de las empresas de hoy. ¿Verdaderamente cree usted que una empresa privada va a meter su dinero en una universidad pública sin esperar un beneficio a cambio? Lo que en realidad harían las empresas privadas sería hacer un préstamo a los estudiantes para que estos puedan estudiar, y al final de sus carreras cada empresa sería autónoma para decidir cómo cobrarles el préstamo: como dice una de las consignas del movimiento estudiantil chileno, son 5 años estudiando y 15 pagando. ¿Pero por qué habría de cobrársele a los estudiantes por estudiar en la universidad pública? ¿No se supone que para eso son nuestros impuestos, SUS IMPUESTOS? Pero si todos seguimos pagando los mismos impuestos y el Estado ya se va a ahorrar la plata de la universidad, y ya se está ahorrando también la plata de la salud (Ley 100 y ley 1438), entonces ¿Qué se hace la plata?

¡Señor ciudadano, esta reforma no afecta sólo a los estudiantes, lo afecta a usted, a sus impuestos, a su universidad, pues la universidad pública también es suya, es de la ciudadanía, es de sus hijos, y así debe permanecer!



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